lunes, 13 de octubre de 2025

Israel y Hamás, la paz posible entre optimismo y realismo.

La reciente firma de la primera fase del acuerdo de alto al fuego entre Israel y Hamás, mediado por Estados Unidos y potencias árabes, representa un hito que muchos creían imposible hace poco tiempo. 
Rehenes fueron liberados, prisioneros palestinos intercambiados, tropas israelíes anunciaron una retirada parcial. 
Más de veinte líderes mundiales se reunieron en Egipto para firmar el acuerdo oficial y otorgar visibilidad internacional a ese momento simbólico. 

Pero la pregunta que nos toca plantear es: ¿puede eso convertirse en paz real para Gaza y el Medio Oriente? Y ¿puede Donald Trump, al que vemos al frente de esta mediación, proyectarse como un pacificador de este siglo?

⚙️ Lo que hace falta para que no quede en gesto

Para que el acuerdo trascienda su carácter simbólico, debe enfrentar varios desafíos estructurales:

Gobernanza postconflicto: determinar quién controla Gaza, bajo qué mandato internacional, y cómo se integra con el resto de Palestina. Trump propone un comité técnico supervisado internacionalmente, con desarme de Hamas como condición. 

Desarme efectivo: un punto clave e incierto. Hay señales de que Hamas desplegará fuerzas policiales locales, pero la preservación de armas o milicias paralelas genera dudas sobre la implementación real. 

Monitoreo y garantías externas: la presencia de actores como Egipto, Catar, Turquía y Estados Unidos, como garantes del acuerdo, puede dar fuerza institucional al proceso. 

Reconstrucción humanitaria: la entrada masiva de ayuda y la reconstrucción de infraestructuras devastadas es urgente para restablecer cierta normalidad. 

Voluntad política frente a rupturas: cualquier intento de reanudar hostilidades, sabotear el alto al fuego o omitir partes del acuerdo puede derrumbar el proceso. En rupturas anteriores, los acuerdos de paz se rompieron por falta de verificación firme y falta de compromiso real.

🕊️ ¿Es Trump un pacificador?

La figura de Donald Trump está en el centro de estas negociaciones y del anuncio público del acuerdo. Él comunicó con énfasis simbólico que “la paz ha llegado” y manifestó la importancia de este logro. 
El hecho de que líderes internacionales se reunieran bajo su liderazgo le otorga visibilidad mediática y diplomática. 

Pero un pacificador real no es quien firma el acuerdo más espectacular, sino quien asegura que sus cláusulas se cumplan.
Y ahí reside el desafío: si Trump logra que Israel y Hamas mantengan la tregua, avancen en desalojos de milicias, reconstruyan Gaza y acerquen la justicia internacional, podría alcanzar ese estatus simbólico.
Si no, el consenso podría volverse efímero, una pausa entre dos guerras.

🏙️ Lo que Gaza puede esperar

Si el acuerdo avanza:

Decenas de rehenes que permanecían cautivos serán liberados. 

Israel retirará tropas a líneas acordadas y liberará prisioneros palestinos como parte del intercambio. 

La reconstrucción, con apoyo internacional, podría comenzar —y con ella esperanza para miles de desplazados.

Una gobernanza supervisada con presencia internacional podría mitigar el vacío del poder y evitar el caos interno.

Pero si algo falla:

Fragmentación política en Gaza, lucha de milicias internas, disputas entre facciones.

Reanidación de hostilidades.

Desconfianza local y rechazo social si las promesas no se materializan.

✨ Reflexión final

Este acuerdo podría marcar un antes y un después, o quedar como un gesto simbólico más en una tierra acostumbrada a gestas fallidas.
La paz en Gaza dependerá menos de discursos y fotos con presidentes, y más de compromisos sostenidos, verificaciones confiables y el coraje de quienes viven cada día bajo la sombra del conflicto.

Que esta pincelada de esperanza no se consuma en gestos, sino que enfrente los escollos del terreno con responsabilidad y humanidad.

Porque la paz no es una firma: es un proceso que exige compromiso y humanidad.

domingo, 12 de octubre de 2025

12 de octubre: entre el descubrimiento, la conquista y la memoria

12 de octubre: entre el descubrimiento, la conquista y la memoria

Por Elida Bentancor – Noticias Plenas

El 12 de octubre de 1492 marca una fecha que cambió la historia del mundo.
Cristóbal Colón, navegante genovés al servicio de los Reyes Católicos, llegó a tierras que creyó parte de las Indias Orientales. Buscaba especias, oro y nuevas rutas comerciales, pero encontró un continente desconocido para Europa: América.

Desde entonces, la historia se cuenta con matices distintos según quién la narre.
Durante siglos se habló del “Descubrimiento de América” como un hecho glorioso, símbolo de expansión, progreso y evangelización. Sin embargo, con el paso del tiempo, otras voces —las de los pueblos originarios— comenzaron a reclamar su parte de la verdad: no fue solo descubrimiento, también fue conquista, colonización y dolor.

⚖️ ¿Descubrimiento o invasión?

Para los europeos del siglo XV, América era una “tierra nueva”; para los pueblos que ya la habitaban, era su hogar ancestral.
La llegada de los conquistadores no significó un encuentro pacífico entre culturas, sino un proceso de imposición política, religiosa y económica.

La llamada “cristianización” muchas veces se llevó a cabo con violencia. Las misiones religiosas se entrelazaron con la conquista militar, y el símbolo de la cruz caminó junto a la espada.
Miles de indígenas fueron explotados, desplazados o exterminados, mientras sus saberes, lenguas y costumbres eran vistos como “inferiores”.

🌿 En Uruguay y América: del Día de la Raza al Día de la Diversidad Cultural

En Uruguay, el 12 de octubre se conoció por muchos años como Día de la Raza, nombre heredado de una visión eurocéntrica que buscaba exaltar la “fusión de culturas”.
Sin embargo, en las últimas décadas, la conciencia histórica ha evolucionado. Hoy se habla de Día de la Diversidad Cultural, reconociendo la pluralidad de identidades que forman nuestra América.

Más que celebrar una conquista, se busca recordar la resistencia de los pueblos originarios, honrar su herencia y valorar la riqueza de lo mestizo como expresión viva de esa historia compartida.

🕊️ Una mirada para el presente

Cinco siglos después, América Latina sigue siendo un continente de contrastes: fe y sincretismo, riqueza cultural y desigualdad social, memoria y esperanza.
El 12 de octubre no debe ser solo una fecha para mirar el pasado, sino para preguntarnos:
¿qué hacemos hoy con esa herencia?
¿Seguimos repitiendo formas de dominación —económica, mediática o cultural— bajo otros nombres?

Reconocer la historia completa, con sus luces y sombras, es el primer paso hacia la justicia y la reconciliación.
No se trata de culpar, sino de comprender para no repetir.

“América no fue descubierta: fue revelada a los ojos del mundo,
pero su alma ya existía desde mucho antes.”

🌎 Noticias Plenas – donde el derecho se encuentra con la conciencia.

sábado, 11 de octubre de 2025

Sembrar la paz: el desafío que aún nos llama.


En tiempos de discursos encendidos y corazones divididos, hablar de paz parece un acto ingenuo. Pero la historia demuestra que la paz siempre fue obra de los valientes, de aquellos que se atrevieron a creer cuando todo parecía perdido.

Desde Oriente Medio hasta América Latina, los acuerdos y tratados no bastan si no cambian las mentes. Los líderes que soñaron con la paz —como Anwar el-Sadat o Isaac Rabin— lo entendieron: no hay victoria más grande que el perdón, y no hay enemigo más peligroso que el fanatismo.
Ambos fueron asesinados por los suyos, por quienes confundieron la lealtad con el odio. Pero su legado no murió.

Hoy, el mundo vuelve a buscar equilibrio.
Donald Trump anuncia un nuevo intento de reconciliación entre Israel y Hamás; Egipto, Catar y Turquía median con cautela; y millones observan, entre el escepticismo y la esperanza.
Pero más allá de los nombres y las banderas, hay algo esencial: la paz nunca se impone, se siembra.

Cada palabra, cada gesto, cada decisión individual tiene poder.
La neurociencia nos dice que el cerebro puede transformarse; la espiritualidad nos recuerda que el alma también puede hacerlo.
Y tal vez ese sea el camino: unir la mente que razona con el corazón que siente, para crear una humanidad capaz de convivir en armonía.

> “La paz comienza cuando alguien se atreve a creer en ella.
La paz no se mata: se siembra.”

El futuro no pertenece a quienes gritan más fuerte, sino a quienes construyen con calma, con razón y con amor.
Porque el verdadero poder no está en vencer, sino en comprender.

✍️ Noticias Plenas – donde el derecho se encuentra con la conciencia.


viernes, 10 de octubre de 2025

🕊️“María Corina Machado y el Nobel que honra a toda Venezuela: más allá del color político”

Hoy el mundo reconoce a María Corina Machado con el Premio Nobel de la Paz 2025 por su firme lucha por los derechos democráticos en Venezuela. 

Ese reconocimiento no es solo para ella: es para una sociedad que resistió, para quienes siguen demandando voz, elecciones libres y justicia en medio de la opresión. Es un galardón que trasciende los partidos y las ideologías, porque resalta el valor de quienes luchan pacíficamente cuando todo parece conspirar contra la paz.

Pero también abre preguntas legítimas:

¿Por qué una figura de derecha, opositora, llegó a obtener el Nobel en un contexto donde muchos podrían pensar que los comités internacionales favorecen posiciones más progresistas?

¿Hasta qué punto la política global y las alianzas internacionales influyen en decisiones que deberían valorar el mérito y la repercusión social?

¿Qué significa para Venezuela, para América Latina y para la memoria democrática este reconocimiento?

En cierto sentido, este Nobel confirma algo que muchos aficionados al análisis político sabíamos: la defensa de la dignidad democrática no es patrimonio de la izquierda ni de la derecha, sino de quienes actúan frente al autoritarismo sin recurrir a la violencia.

Cuando Trump, otros líderes, e incluso medios han manifestado que “merecerían” el Nobel, pareciera una lucha simbólica de poder diplomático. Pero la elección de Machado refleja que el Comité Noruego quiso otorgar el premio a alguien que representa resistencia civil, lucha institucional y riesgo personal genuino, más que a quien hace gestos grandilocuentes o mediáticos.

Este premio envía un mensaje claro: las causas que perduran no son las más ruidosas, sino las más constantes, las que se construyen desde el coraje diario.

4. Las implicancias para Venezuela y América Latina

Qué significa para la oposición venezolana, para quienes están bajo amenazas o en el exilio, para los presos políticos.

Cómo ese Nobel puede catalizar solidaridad internacional, presión diplomática y protección simbólica.

Riesgos: cómo reaccionará el régimen madurista, qué amenazas puede recibir ella, y qué responsabilidad adquiere a partir de ahora.

5. Reflexión final
Volver al prisma humano: un Nobel no garantiza la paz, pero da luz al camino.

Hay que estacar que este premio es un voto de confianza para quienes creen en la democracia como camino, no como retórica.

Cierro con esta frase:  “Que este Nobel no sea el final de una lucha, sino un impulso para que la paz sea el proyecto de muchos.”