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viernes, 24 de octubre de 2025

LOS VALORES QUE SOSTIENEN LA PAZ.

🕊️ Los valores que sostienen la paz: compasión, justicia y verdad

Por Élida Bentancor – Noticias Plenas

La paz no es un instante ni una firma: es una construcción diaria, una arquitectura invisible que se sostiene sobre valores humanos tan simples como profundos.
Hablar de paz sin hablar de compasión, justicia y verdad es construir sobre arena.
Porque la paz no se impone, se cultiva; y solo florece donde el alma humana ha aprendido a mirar al otro sin odio ni temor.


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🌿 Compasión: el alma que comprende antes de juzgar

La compasión no es lástima.
Es la fuerza que nos permite ver el dolor del otro como si fuera propio, sin necesidad de justificarlo ni explicarlo.
En un mundo que glorifica la competencia y el éxito, la compasión nos devuelve a la raíz: todos somos vulnerables, todos necesitamos ser comprendidos.
Una sociedad sin compasión se vuelve un campo de batalla donde nadie gana, porque cada victoria se levanta sobre la herida ajena.

⚖️ Justicia: el equilibrio entre la ley y la conciencia

La justicia no puede limitarse al castigo ni a la letra fría de la ley.
La verdadera justicia es equilibrio: reconocer derechos sin olvidar deberes, y comprender que la equidad no siempre es igualdad.
La justicia que no escucha, oprime; la justicia que no siente, se vuelve tiranía.
Solo cuando la ley camina de la mano de la conciencia, la sociedad deja de ser un sistema y se convierte en comunidad.

🔍 Verdad: la raíz que ilumina la paz

Sin verdad, la compasión se vuelve ingenua y la justicia se deforma.
La verdad es la luz que desnuda los engaños del poder, los intereses disfrazados de ideales, y los discursos que manipulan el alma colectiva.
Buscar la verdad exige valor: el valor de mirar de frente lo que duele y de corregir el rumbo cuando el silencio se vuelve cómplice.

🌅 La paz como tarea interior

No hay paz exterior sin paz interior.
Una sociedad solo puede sanar si quienes la habitan aprenden a reconciliar sus propias sombras.
La paz comienza en el pensamiento que elige comprender, en la palabra que evita herir, en la mano que no golpea, sino que sostiene.

La compasión, la justicia y la verdad no son conceptos abstractos: son los cimientos invisibles sobre los que una civilización puede levantarse sin miedo a caer.

 “La paz no es la ausencia de conflictos,
sino la presencia de conciencia.”

🌿 Noticias Plenas – donde el derecho se encuentra con la conciencia.

jueves, 23 de octubre de 2025

Cómo el odio puede transformarse en política de Estado.


🌍 Cómo el odio puede transformarse en política de Estado

Por Élida Bentancourt – Noticias Plenas

🕯️ 1) Reflexión general
El odio es una emoción tan antigua como el ser humano, pero su peligrosidad se multiplica cuando se convierte en sistema.
Cuando un Estado, una religión o una ideología lo adopta como principio, el odio deja de ser impulso y se vuelve programa: una maquinaria de manipulación, persecución y destrucción.
A lo largo de la historia, las naciones han usado la política, la fe o el nacionalismo como herramientas para dividir al mundo entre “los buenos” y “los enemigos”.
El odio institucionalizado no busca justicia, sino obediencia; no busca verdad, sino sometimiento.
Y cuando logra capturar el poder, la empatía se extingue y el ciudadano deja de ser sujeto de derechos para transformarse en un medio descartable.

⚰️ 2) Ejemplos históricos y actuales del odio hecho sistema

🇹🇷 El genocidio armenio (1915-1923)
El Imperio Otomano emprendió el exterminio sistemático del pueblo armenio cristiano, con deportaciones y masacres que costaron la vida de más de un millón y medio de personas.
Hasta hoy, Turquía no ha pedido perdón oficialmente ni ha reconocido plenamente el genocidio.
Aquel horror fue un ensayo de lo que décadas más tarde repetiría Europa con el nazismo: la conversión del odio en política de Estado.

✝️ Fundamentalismo religioso y exclusión de minorías

En varias regiones del mundo —especialmente en África y Asia— grupos extremistas islámicos continúan persiguiendo y exterminando etnias cristianas, yezidíes y otras comunidades.
El odio religioso, legitimado por una interpretación fanática de la fe, se transforma en guerra civil, desplazamiento y genocidio silencioso.
La religión, cuando se usa como arma, deja de ser espiritualidad y se convierte en instrumento de control.

🇷🇺 Las purgas bolcheviques y el terror rojo

En la Revolución rusa, el odio de clases se elevó a dogma político.
Millones de campesinos, intelectuales y disidentes fueron fusilados o deportados a los gulags por oponerse al régimen soviético.
El asesinato de los zares y sus hijos fue el símbolo de un odio ideológico que pretendía “limpiar” el pasado para instaurar una utopía sin piedad.

🇫🇷 La Revolución Francesa y la guillotina

El siglo XVIII proclamó libertad, igualdad y fraternidad, pero pronto esas banderas se tiñeron de sangre.
Durante el Terror jacobino, el Estado revolucionario convirtió la guillotina en política moral: quien pensaba distinto, moría.
Así, la razón ilustrada se contaminó de fanatismo y el ideal de libertad se volvió opresión colectiva.

🇩🇪 El nazismo y el Holocausto

El ejemplo más siniestro de cómo el odio puede institucionalizarse: una nación entera fue adoctrinada para creer que exterminar era un acto de patriotismo.
El racismo se transformó en ley, y el odio se vistió de ciencia.

🌍 Guerras actuales por creencias y poder

En el presente, África y Medio Oriente siguen siendo escenarios donde la religión, la etnia o la ideología se usan para justificar atrocidades.
En Asia, minorías religiosas siguen siendo perseguidas; y en algunos Estados teocráticos, las mujeres y disidentes son castigados por pensar diferente.
El odio, disfrazado de moral, continúa matando.

🌱 3) ¿Cómo detener la política del odio?

a) Educación en ética y memoria
No basta enseñar tecnología o historia: hay que enseñar conciencia.
La empatía debe ser un valor escolar, político y social. La educación debe formar ciudadanos capaces de pensar por sí mismos, no masas que repitan consignas.

b) Justicia y reconocimiento histórico
El perdón no borra el pasado, pero la negación lo perpetúa.
Los Estados deben reconocer los crímenes históricos —como el genocidio armenio, las purgas ideológicas o los exterminios religiosos— para construir una cultura mundial de responsabilidad moral.

c) Leyes contra el discurso del odio
El odio no puede ampararse bajo la libertad de expresión cuando incita a la destrucción de personas o comunidades.
La libertad tiene límites: termina donde empieza el daño irreversible.

d) Control ético en redes y medios
El odio digital ya es una forma de guerra psicológica.
Las plataformas y los Estados deben cooperar con inteligencia artificial y supervisión humana para impedir que el fanatismo encuentre nuevas trincheras virtuales.

e) Ciudadanía activa y consciente
La indiferencia también mata.
Frente al odio, el silencio es complicidad.
Cada ciudadano puede y debe actuar: informarse, denunciar, dialogar y elegir líderes que prioricen la paz sobre la revancha.

⚖️ Reflexión final

El odio es una enfermedad política del alma colectiva.
Cuando el poder lo adopta, se convierte en un cáncer moral que destruye naciones, culturas y generaciones.
Por eso, la gran tarea del siglo XXI no es tecnológica, sino espiritual: aprender a gobernar sin odiar, a disentir sin destruir, a recordar sin venganza.

“Los pueblos no mueren cuando pierden guerras,
sino cuando olvidan su conciencia.”

🌿 Noticias Plenas – donde el derecho se encuentra con la conciencia.




martes, 21 de octubre de 2025

REDES SOCIALES Y EL ESPEJISMO DE LA EMPATÍA

🌐 Redes sociales y el espejismo de la empatía

Por Élida Bentancourt – Noticias Plenas

Vivimos en una época donde todos pueden hablar, pero pocos eligen escuchar.
Las redes sociales, creadas para conectar al mundo, se han convertido —cada vez más— en un espejo donde muchos reflejan su frustración, su ira o su fanatismo. Lo que debería ser un espacio de intercambio de ideas se transforma, a menudo, en una arena de juicio público donde la empatía se disuelve entre los algoritmos.
Hace unos días, un grupo de jóvenes escribió en las redes: “Esta vieja debería estar prohibida en las redes sociales.”
Lo dijeron porque expresé una opinión contraria a la corriente dominante: que no estoy de acuerdo con la reciente ley de eutanasia en Uruguay, ya que carece de las garantías suficientes para proteger la vida y la voluntad consciente de las personas.
No me ofende el insulto, me preocupa el síntoma.

Cuando una sociedad deja de debatir ideas y empieza a atacar personas, lo que se erosiona no es una opinión: es la ética misma.
La libertad de expresión pierde su valor cuando se usa para silenciar, denigrar o etiquetar al otro como “enemigo”. Y en el fondo, esas reacciones violentas no nacen del pensamiento, sino de la imitación. Muchos jóvenes —sin haber leído las leyes ni comprendido los contextos— repiten el discurso de sus referentes, sean políticos, mediáticos o familiares. Así, las redes se llenan de ecos, pero vacías de reflexión.

⚖️ ¿Hay que regular las redes sociales?
Es una pregunta necesaria, pero incómoda.
No se trata de censurar, sino de poner límites éticos a la crueldad, igual que los ponemos en la vida real.
Las plataformas tienen herramientas tecnológicas —incluida la inteligencia artificial— que podrían detectar patrones de discurso de odio, acoso y fanatismo, y bloquear temporal o definitivamente a quienes reiteran ese comportamiento.
Pero la pregunta más profunda es otra:
¿por qué hay tanto odio que moderar?

Porque el problema no está solo en la pantalla.
Está en las familias que los educan, en la falta de diálogo, en la educación que confunde “opinar” con “atacar”, en el vacío afectivo que deja lugar al resentimiento. Si en un hogar se enseña a respetar hasta a una hormiga, ¿cómo se puede justificar el desprecio a otro ser humano?

🧭 Ética digital: un espejo del alma
Las redes no son el problema: son el reflejo.
Allí se multiplica lo que somos.
Si una persona necesita destruir al otro para afirmarse, no está ejerciendo libertad: está manifestando vacío.
Por eso, antes de regular las plataformas, tal vez debamos reeducar la empatía, devolverle al diálogo su dignidad y recordar que detrás de cada pantalla hay una vida, una historia, una persona con emociones, aciertos y fragilidades.

“La inteligencia artificial puede detectar el odio,
pero solo la inteligencia humana puede transformarlo en comprensión.”

Que las redes sociales vuelvan a ser puentes, no trincheras.
Porque el mundo no necesita más voces que griten, sino más almas que comprendan.

🌿 Noticias Plenas – donde el derecho se encuentra con la conciencia.


lunes, 13 de octubre de 2025

Israel y Hamás, la paz posible entre optimismo y realismo.

La reciente firma de la primera fase del acuerdo de alto al fuego entre Israel y Hamás, mediado por Estados Unidos y potencias árabes, representa un hito que muchos creían imposible hace poco tiempo. 
Rehenes fueron liberados, prisioneros palestinos intercambiados, tropas israelíes anunciaron una retirada parcial. 
Más de veinte líderes mundiales se reunieron en Egipto para firmar el acuerdo oficial y otorgar visibilidad internacional a ese momento simbólico. 

Pero la pregunta que nos toca plantear es: ¿puede eso convertirse en paz real para Gaza y el Medio Oriente? Y ¿puede Donald Trump, al que vemos al frente de esta mediación, proyectarse como un pacificador de este siglo?

⚙️ Lo que hace falta para que no quede en gesto

Para que el acuerdo trascienda su carácter simbólico, debe enfrentar varios desafíos estructurales:

Gobernanza postconflicto: determinar quién controla Gaza, bajo qué mandato internacional, y cómo se integra con el resto de Palestina. Trump propone un comité técnico supervisado internacionalmente, con desarme de Hamas como condición. 

Desarme efectivo: un punto clave e incierto. Hay señales de que Hamas desplegará fuerzas policiales locales, pero la preservación de armas o milicias paralelas genera dudas sobre la implementación real. 

Monitoreo y garantías externas: la presencia de actores como Egipto, Catar, Turquía y Estados Unidos, como garantes del acuerdo, puede dar fuerza institucional al proceso. 

Reconstrucción humanitaria: la entrada masiva de ayuda y la reconstrucción de infraestructuras devastadas es urgente para restablecer cierta normalidad. 

Voluntad política frente a rupturas: cualquier intento de reanudar hostilidades, sabotear el alto al fuego o omitir partes del acuerdo puede derrumbar el proceso. En rupturas anteriores, los acuerdos de paz se rompieron por falta de verificación firme y falta de compromiso real.

🕊️ ¿Es Trump un pacificador?

La figura de Donald Trump está en el centro de estas negociaciones y del anuncio público del acuerdo. Él comunicó con énfasis simbólico que “la paz ha llegado” y manifestó la importancia de este logro. 
El hecho de que líderes internacionales se reunieran bajo su liderazgo le otorga visibilidad mediática y diplomática. 

Pero un pacificador real no es quien firma el acuerdo más espectacular, sino quien asegura que sus cláusulas se cumplan.
Y ahí reside el desafío: si Trump logra que Israel y Hamas mantengan la tregua, avancen en desalojos de milicias, reconstruyan Gaza y acerquen la justicia internacional, podría alcanzar ese estatus simbólico.
Si no, el consenso podría volverse efímero, una pausa entre dos guerras.

🏙️ Lo que Gaza puede esperar

Si el acuerdo avanza:

Decenas de rehenes que permanecían cautivos serán liberados. 

Israel retirará tropas a líneas acordadas y liberará prisioneros palestinos como parte del intercambio. 

La reconstrucción, con apoyo internacional, podría comenzar —y con ella esperanza para miles de desplazados.

Una gobernanza supervisada con presencia internacional podría mitigar el vacío del poder y evitar el caos interno.

Pero si algo falla:

Fragmentación política en Gaza, lucha de milicias internas, disputas entre facciones.

Reanidación de hostilidades.

Desconfianza local y rechazo social si las promesas no se materializan.

✨ Reflexión final

Este acuerdo podría marcar un antes y un después, o quedar como un gesto simbólico más en una tierra acostumbrada a gestas fallidas.
La paz en Gaza dependerá menos de discursos y fotos con presidentes, y más de compromisos sostenidos, verificaciones confiables y el coraje de quienes viven cada día bajo la sombra del conflicto.

Que esta pincelada de esperanza no se consuma en gestos, sino que enfrente los escollos del terreno con responsabilidad y humanidad.

Porque la paz no es una firma: es un proceso que exige compromiso y humanidad.

jueves, 9 de octubre de 2025

La paz, ese precio que algunos líderes pagaron con su vida

🕊️ Editorial – Noticias Plenas

La paz en el Medio Oriente ha sido un sueño tantas veces firmado como traicionado.
Detrás de cada acuerdo histórico hay nombres que eligieron el diálogo sobre el odio… y pagaron con su vida esa decisión.
Hoy, más que recordar las guerras, es necesario honrar a quienes creyeron que la reconciliación era posible, aun en un desierto de fanatismos y fronteras.
Porque la paz no se impone: se siembra, se cuida y se defiende con la verdad.


🕊️ La paz, ese precio que algunos líderes pagaron con su vida

Por Elida Bentancor – Noticias Plenas

En el siempre complejo tablero del Medio Oriente, la paz no ha sido solo una meta: ha sido una frontera peligrosa.
Los líderes que la han intentado alcanzar, desde Israel hasta Egipto, han pagado a menudo el precio más alto: la muerte a manos de los suyos.

Lograr acuerdos entre pueblos enfrentados no es una tarea diplomática, es un acto de coraje casi espiritual. Requiere enfrentarse no solo al enemigo externo, sino al fanatismo interno que habita en los extremos de toda ideología, religión o nacionalismo.

✡️ 🇪🇬 Cuando la paz se firmó, pero la guerra no terminó

En 1979, el presidente egipcio Anwar el-Sadat y el primer ministro israelí Menájem Beguin firmaron los Acuerdos de Camp David, con la mediación del presidente estadounidense Jimmy Carter. Fue un momento histórico: Egipto reconocía a Israel, e Israel devolvía el Sinaí.
El mundo celebró, pero el extremismo no perdona la reconciliación.

Dos años después, el 6 de octubre de 1981, Sadat fue asesinado durante un desfile militar en El Cairo por un grupo fundamentalista egipcio.
Su crimen: haber elegido la paz con el enemigo.

Décadas más tarde, en 1995, Isaac Rabin, primer ministro de Israel, cayó también víctima del fanatismo.
Había firmado los Acuerdos de Oslo con Yasser Arafat, buscando coexistencia con Palestina bajo la fórmula de “dos Estados, dos pueblos”.
Fue asesinado por un extremista judío ortodoxo, que lo consideraba un traidor por ceder territorios.

En ambos casos, la historia se repitió con un patrón doloroso: los enemigos de la paz no están siempre afuera, sino adentro.
El fanático no soporta la empatía del otro, porque teme perder el enemigo que le da identidad.

🌍 La paz, una tarea peligrosa

Como bien analizó el periodista Jaime Bayly en uno de sus programas más recordados, los líderes que buscan la paz se vuelven “objetivos políticos” porque rompen el equilibrio del odio.
El fanático vive de la guerra, el comerciante del armamento también, y el populismo del miedo.
Pero el que propone la paz desactiva todos esos intereses.

Por eso, en la historia del mundo —desde Mahatma Gandhi hasta Martin Luther King Jr.— los constructores de la paz han sido también mártires de la conciencia humana.

🕊️ La lección que aún no aprendemos

Hoy, cuando el Medio Oriente vuelve a incendiarse, recordar a Sadat y a Rabin no es mirar el pasado: es mirar lo que podría volver a repetirse.
La paz no es un gesto político: es un desafío civilizatorio.

Los acuerdos firmados, los tratados diplomáticos o los discursos en Naciones Unidas no alcanzan si no cambia la mentalidad colectiva, si las religiones siguen siendo trincheras y los pueblos no aprenden a distinguir entre fe y fanatismo.

✨ Reflexión final

La historia demuestra que los verdaderos pacificadores no son ingenuos: son valientes.
Saben que el odio tiene más seguidores que la concordia, pero aun así avanzan.
Y aunque a veces mueren en el intento, su legado perdura, porque la paz no se mata: se siembra.

> “El fanatismo es el último refugio del miedo.
La paz, en cambio, es el primer paso hacia la verdadera libertad.”

✍️ Noticias Plenas – donde el derecho se encuentra con la conciencia.

viernes, 3 de octubre de 2025

🌍 Reflexión: ¿Por qué no vemos la paz en Palestina e Israel?

Hablar de Palestina e Israel es hablar de una herida abierta que atraviesa generaciones. Décadas de conflictos, desplazamientos, ataques y retaliaciones han marcado a pueblos enteros que, más allá de los discursos políticos, son seres humanos con sueños, familias y el mismo anhelo universal: vivir en paz.

La pregunta es inevitable: ¿por qué no vemos la paz?
La respuesta es compleja, pero se puede resumir en tres factores:

1. La memoria del dolor: Cada lado lleva consigo la historia de pérdidas y sufrimiento, y esas memorias, en lugar de sanar, se han transmitido como legado de lucha y resentimiento.
2. El círculo de la violencia: Cada ataque justifica una represalia, y cada represalia alimenta una nueva herida. Así, la espiral se vuelve interminable.
3. Los intereses externos: Más allá de las comunidades, hay potencias, gobiernos y actores económicos que se benefician del conflicto, porque la guerra siempre enriquece a alguien.
La paz no llega porque se sigue pensando en términos de territorio y poder, en vez de pensar en las personas. Mientras se priorice el mapa sobre la vida, la geopolítica sobre el abrazo, la historia sobre el futuro, la paz seguirá siendo un horizonte que parece inalcanzable.

Pero la semilla está ahí: en los gestos de quienes, a pesar del miedo y la hostilidad, todavía tienden la mano al otro. La paz nacerá el día en que la humanidad se imponga al odio y se recuerde que ningún niño merece heredar la guerra.
ELIDA BENTANCOR 
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